Encuentro con La Muerte

La Muerte me había encontrado, después de tantos años de llamarla y buscarla, por fin caí en la cuenta que la Muerte es la que encuentra a uno y no al revés. La Muerte tenía como dos metros de altura, era esbelta con su traje negro elegante, de una cordialidad, y calidez enorme que contrastaban con su aspecto frío y sombrío, mientras se presentaba, mi olfato se concentraba en su aliento rancio, podía sentir el frío acero de su guadaña cerca de mi oreja izquierda, no podía visualizar su rostro debajo de la capucha de su traje, pero si notaba un humo entre verde, violeta, a veces con un toque rojizo, lo más similar que había visto a esos colores eran las auroras boreales de Tromsø, eran hermosos colores y cuando me dio un apretón de manos con la que estaba desocupada, pude sentir la dureza de sus huesos y su fuerza, mientras detrás suya caían las flores del lapacho rosa. A pesar de tener esa apariencia esquelética, era muy fuerte, lo debía ser, imagino que no todos aceptan su visita con alegría como lo hice yo, por lo cual más de una vez habrán puesto resistencia, acción inútil ante lo más natural de la vida, la muerte.

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